O Instituto Laboral CALVO SOTELO



REPORTAJE no Diario de Arousa de Olalla Bouza en colaboura co Faiado da Memoria

El antaño Instituto Laboral es hoy en día el Colegio Anexo, aunque su imagen ha cambiado o faiado

El curso se inauguraba a golpe de misa rezada (ni siquiera cantada) en la iglesia parroquial y los exámenes aparecían anunciados a bombo y platillo, y con duras instrucciones, en la prensa de la época. Pero nadie duda de que los años de instituto forman una de las partes más dulces de la memoria colectiva e individual y así ocurre también en el caso del Instituto Laboral, que después pasó a llamarse José Calvo Sotelo y, ya en democracia, Anexo.
El instituto de Vilagarcía, como popularmente se le conoce, marcó la vida de numerosas generaciones desde que fue inaugurado, allá por 1931, por el alcalde Elpidio Villaverde, aunque su construcción fue promovida por un regidor anterior, Enrique Rodríguez Lafuente e inicialmente se destinó a escuela con comedor para los niños y durante la guerra a hospital de los heridos.
Fue a mediados de los 50 cuando se convirtió en instituto y son muchos los momentos que guardan con absoluta lucidez los alumnos que pasaron por allí, siendo una de las figuras más recordadas la del conserje don Gonzalo. Roberto Núñez lo describe en el blog de O Faiado da Memoria como ?muy cumplidor, abriendo la puerta del aula y asomándose, sin soltar la manecilla, diciendo: Faltan cinco minutos, don Rodrigo. Y así cada hora, en cada clase, cambiando el nombre del profesor?. El guión solo se alteraba durante las clases que impartía el profesor Miguel Losada, que ?nos freía con apuntes?, recuerda Núñez Porto que indica que entonces el bedel no solo daba un primer aviso, sino también un segundo. ?Ya es la hora, don Miguel?. E incluso un tercero. ?Pasan cinco minutos, don Miguel?.
Horas tediosas entonces que hoy en día constituyen amenos recuerdos para aquellos jóvenes que, eso sí, no conocieron la educación pública. Los ?maestros? de los recortes, y mejor no dar ideas, podrían tomar buena nota de los métodos que se seguían allá por los años sesenta, tal y como aparece reflejado en la prensa de la época que anunciaba la temporada de exámenes recordando a los alumnos que a los escritos debían llevar de casa ?papel tamaño folio y pluma o bolígrafo. Está prohibido el uso de tintero?. En el caso de las alumnas, también tenían que llevar su costurero para ?las Enseñanzas del Hogar? y uniforme para Educación Física.


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