Por allá por la esquina derecha está nuestra casa, pero no se ve la galería del segundo que era una de sus características principales.
He estado repasando la memoria de las casas colindantes y reparado en algo qiue nunca había pensado intencionalmente: aquello es territorio “Padín”. En el bajo de la casa de al lado estaba la tienda de Duaso, casado con una Padín (sus hijos eran Chito y Miguel Duaso Padín, que vivían en la Marina). En el piso de arriba de nuestra casa vivían mis primos los Gil Padín, Teresa y Juan. Hoy Teresa tiene el estanco en la antigua tienda de Miguel Duaso.
En la casa siguiente, en mi infancia, había instalado su despacho de abogado mi padre, Luis Bouza-Brey. Ese bloque de casas se modificó cuando se abrió la Avenida del Conde de Vallelano, y los propietarios, si no me equivoco, debían ser los padín de Villajuan.
Para resumir, los Padín de Cornazo, los Padín de Villajuán y los Padín de Villagarcía, eran los propietarios de todo aquel bloque de casas. Mi madre era Celia Villar Padín, hija de Celia Padín Piñeiro. Tengo la vaga noción de que esta riqueza provenía de un Padín “indiano” que hizo su fortuna en América y después se instaló en Villagarcía. De ahí provenía una de las líneas de descendencia de mi madre.
También conservo la noción de que había creado, al principio de su vuelta de América, una fábrica de chocolates, que seguramente estuvo instalada en sus tiempos en el bajo de nuestra casa, en donde después tenía la mercería Lolita Barreiro, una de las hermanas de las Barreiro que tenían una tienda de comestibles enfrente al Liceo.
Todos estos recuerdos y asociaciones van emergiendo de algún rincón desconocido de la memoria, y los expongo por si pueden ser de utilidad a alguien.
Comentario por Luis Bouza-Brey (15-05-2009 08:50)
Abundando en el comentario de Luis Bouza-Brey -al que, por cierto, no veo desde hace tropecientos años-, quiero añadir que Lolita Barreiro, además de hermana de las que tenían la tienda de comestibles en la calle Padre Feijoo, también lo era de don Antonio Barreiro Beloy, maestro -prefiero llamarle así, en lugar de profesor- de la Graduada núm. 1, recordado con admiración por todos los que hemos sido alumnos suyos.
La mercería de Lolita Barreiro, cuando el edificio se ‘reedificó’ y, posteriormente, el bajo lo ocupó la Caja Postal (actualmente está ‘MO-BU deportes’) pasó a ocupar el antiguo local de las máquinas de coser SINGER, en la calle Rey Daviña.
Por último, aunque esto pueda considerarse de escaso interés, Lolita Barreiro(+) -mujer de pequeña estatura, pero de gran corazón y generosidad- era mi madrina.
Comentario por Roberto Núñez Porto (23-01-2010 19:55)
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