Durante muchos años estuvieron construidos estos muros con un hueco por el que pasaba el mar con bastante velocidad por acción de las mareas.
La acción del agua originó a los dos lados de este hueco unos “hoyos” donde la gente se bañaba o iba a pescar.
No puedo precisar cuanto tiempo pero probablemente estuvo esto así más de 10 años hasta que se cerró, rellenó y se construyeron algunas edificaciones en el nuevo terreno: Junta del Puerto, Aduana, comandancia, Casa del Mar, …
Comentario por Paco Salgado (24-07-2009 22:41)
Aprovechando que dentro de estas “ensenadas” había mar relativamente calma, el Liceo tenía unas corcheras para practicar natación. Estas corcheras estaban en el hoyo de la derecha si mirabamos hacia la cabecera del muelle, y compuestas por unas plataformas a modo de bateas de madera en las cabezas y unas cuerdas con corchos que hacian de calles. Todo muy rudimentario pero eficad de cara al deporte.
Comentario por Joaquín (25-07-2009 22:43)
El entrenador era Adolfo Pedrido. Allí entrenaban: Joaquín Martínez (Parrulo), Juan Miguel de Andrés, Quiquín Arca, Brumbeck, Emiliano Rodríguez,…
Emiliano era muy buen nadador de braza. Creo que había sido campeón gallego.
Comentario por Paco Salgado (26-07-2009 00:10)
La distancia entre las plataformas flotantes mencionadas por Joaquín -es decir, la longitud de las calles-, era de 33 metros; por lo que para las pruebas de 100 metros, en cualquiera de las modalidades, había que hacer tres largos.
Comentario por Roberto Núñez Porto (26-07-2009 01:06)
Las corchadas, fueron instaladas en el año 1951 por el Club de Mar, y no por el Liceo que en esa fecha, era aún Recreo Liceo. La primera competición, fue celebrada el 26-7-1951 tal como figura en el libro de actas de la sociedad.
Antes de todos estos nadadores que mencionaís, ya habian destacado otros como Saúl Jamardo,Tanis Perez Rey,Moncho Otero,Telmo Alvaréz, Julio Brunbeck,y otros que no me acuerdo.
Emiliano Riodriguez, fué campeon gallego de categoria infantíl en estilo braza (1955 y 1956), y `posteriormente campeón gallego juveníl en braza y mariposa.
Comentario por luis (27-07-2009 23:39)
Roberto, ¿no te enseñaron a multiplicar en la escuela ?
En Villagarcia y en las pruebas de cien metros, habia que nadár tres largos y un poco mas.Eso aquí en Villagarcia era lo habitual, pues estábamos acostumbrados al sistema inglés de medida y era dificil de pasár pulgadas,piés, yardas y millas al Sistema Metrico Decimál.
Un abrazo por la broma.
Comentario por luis (27-07-2009 23:48)
Estas piedras del Hoyo fueron testigos de otra aventura mia con Aurelio que talvez alguien que frecuente el Faiado estava en la Alameda aquel dia….
Aurelio y yo ? ?Viento en popa a toda vela?
¿Quién no conocía el querido ?Hoyo??… ¡Era nuestro verdadero ?balneario? en los inolvidables veranos que tantos recuerdos me traen!…
El ?Murallón? cortaba perpendicularmente el ?relleno? del ?muelle nuevo?, que substituyó al elegante y emblemático antiguo ?muelle de hierro?.
Era el extremo hasta donde se haría el relleno total que hoy existe y que entonces tenía, como vertederos para las aguas que entraban con las mareas, una salida a la izquierda del nuevo muelle, por el corte que se ve en la foto, y otra por el Puente del Ramal, por donde pasaban las que se encontraban del otro lado.
En el lado derecho nadábamos cuando estaba llena la marea, usando las ?corchadas? existentes entre las dos balsas de madera donde siempre veíamos entrenando nuestros nadadores campeones, como Emiliano, en el estilo de braza, Peleteiro, en el estilo mariposa, con su innovadora versión de movimiento de piernas como un delfín, ?Parrulo? y Selbman, al crawl, y muchos otros.
Pero la parte más frecuentada con la marea baja, era siempre en el ?Hoyo? que se formara del lado izquierdo del muelle con la fuerza de las corrientes de las mareas, en la entrada de las aguas en aquel punto.
Tenía su encanto porque, desde las piedras del muelle te tirabas en el lado más profundo y salías del otro lado en una playita que aparecía solamente en bajamar, donde tomabas el sol tranquilamente.
Era como estar en una playa exclusiva, y, además con una temperatura más caliente que la que reinaba en la marea llena.
Esto ocurría porque las últimas aguas ya caldeadas por el sol que inundaran todo aquel recinto, al salir quedaban represadas en aquella ?piscina natural? formada al bajar la marea, proporcionándonos aquella agradable sensación del baño en aguas templadas?
Claro que eso duraba poco, pues, a medida que empezaba a llenar la marea, había que salir de allí, tanto por la diferencia de temperaturas como por causa de la fuerte corriente que se formaba.
Pues aquellas piedras del muelle nuevo, también fueron testigos de otra aventura con mi inseparable amigo Aurelio?
Todo empezó en una tarde de ventarrón, cuando estábamos en la rambla de la Marina, detrás de la Plaza de la Pescadería, aún medio aburridos por causa del trastazo que nos diéramos en la bicicleta, bajando ?a toda? la cuesta de la Lomba, hasta aterrizar encima de una pila de adoquines que habían colocado allí, horas antes, los obreros que recuperaban el pavimento de la calle.
No sabía como contarle a mi padre que la bicicleta que acabara de ser reformada con tanto esmero en ?Ciclos Manolo?, se encontraba de nuevo en el taller, con una rueda, el guarda barros, y el manillar, con foco ?Miller?y todo, en estado de calamidad?
El servicio costaría cinco duros, lo que era una fortuna para mi, ya que representaba el presupuesto para el cine de ¡cinco semanas!.
¡Ah!, casi me olvidaba? Aquella tarde, por causa del disgusto con la bicicleta, también resolviéramos ?fanar? las clases del período vespertino en el colegio?
Teníamos que ?airear? un poco las tristezas?, además, aún nos dolían las heridas de los codos y las rodillas causadas por el accidente.
Y allí estábamos, sentados a la orilla del mar, pensando algún plano para reverter el perjuicio, cuando nos llamó la atención el irrequieto balanceo de un pequeño barquito, con su vela recogida en el palo, que se encontraba amarrado en la anilla del malecón por la proa, y anclado a cierta distancia con amarras por la popa.
El casco, con no más de dos metros, tenía el formato de una nuez, y era construido con tablas superpuestas, como las dornas, llamando la atención por lo bien aparejado que estaba para la pesca, con su vela toda amarradita en la botavara e impecable conservación.
Como el viento soplaba para el mar, al tirar de la cuerda, el barco retornaría a su posición inicial?
¡Ya teníamos una diversión para aquella tarde!…
Combinamos que uno de cada vez subiría al barco, en cuanto el otro tiraría de la cuerda para traerlo de vuelta después.
Con el mar agitado por el viento, el barquito balanceaba incesantemente, lo que le daba más emoción a la nueva aventura?
Como estaba amarrado y aún sobraba bastante cuerda, para tener más amplitud en el trayecto, resolvimos soltarla de la anilla y asegurarla con las manos.
¡Ahora mejorara la cosa!…
La que estaba jorobando un poco era la del ancla amarrada en la popa?, por eso, resolvimos recogerla para dentro del barco, que al quedarse más libre no exigiría tanta fuerza para traerlo de vuelta.
Poco a poco íbamos primoreando nuestras ?artes navales?, colocando unos remos aquí, un timón allí, en fin, ya agotáramos todas las posibilidades de variaciones que el barco amarrado podía ofrecernos?
Al llegar mi vez de embarcar, cuando Aurelio ya soltara casi toda la cuerda que agarraba por el extremo, le avisé:
– ¡Voy a soltar la vela, para poder navegar para los lados también!… ¿Qué te parece?.
–
– ¡No!, ¡No hagas eso!, ¡después no vamos conseguir recogerla como está ahora!, -me dijo.
Me puse a estudiar como eran hechos aquellos nudos de marinero a lo largo de la botavara y, al tentar desatar el primero, una ráfaga de viento entró por la primera soltura que había hecho y, como si fuese una cremallera, se fueron soltando, uno a uno, todos los nudos de la vela, que se infló instantáneamente acertándome un buen porrazo, en medio de la cara, con el palo de botavara. ¡Casi caí por la borda?!
Además, con el tirón que dio el barco al llenarse la vela, se le escapó de las manos la cuerda a Aurélio.
Y allí estaba yo, a la deriva, sin tener la menor noción de ese tipo de navegación, llevando trastazo atrás trastazo, a cada vez que el viento mudaba de lado la bendita vela?
– ¡Controla con el timón!-, me gritaba Aurélio, en cuanto el barco se alejaba cada vez más del malecón, inclinándose peligrosamente a cada virada del viento.
Quería yo, eso si, asegurar la cuerda que controlaba aquel palo de botavara antes que me dejase más molido que pulpo en feria de San Simón?
Después de haberlo amarrado al cuño de popa, finalmente pasé al timón, iniciando, sin profesor, mi primera lección de navegación a vela, en el ?curso intensivo? en que acabara de matricularme, sin querer, ese fatídico día?
Poco a poco, ya le iba cogiendo el rumbo, en cuanto me alejaba cada vez más del punto de partida, tentando esconder la cabeza a cada virada que hacía la vela cuando tenía que invertir la dirección para no chocarme con las piedras del muelle?
Fue entonces cuando entendí por que motivo Aurelio me gritaba tanto gesticulando para aquel lado frenéticamente?
¡El dueño del barco estaba allí!, corriendo por el muelle y haciendo gestos como un loco, dirigiéndome todo el repertorio de los más escabrosos insultos y palabrotas, que un rudo marinero podría haber coleccionado en los peores antros de este mundo?
Inmediatamente giré 180 grados el rumbo, llevando otro trancazo en la cara, al inclinarse tanto el barco que casi volcó con tantas viradas.
El viento aumentara y, cuando conseguía inflar la vela con el timón en posición de un rumbo eficiente, ¡alcanzaba una velocidad increíble aquella casquita de nuez?!.
Y, cuanto más rápido navegaba, más me gritaba el dueño?
¡Hombre!?, ¡podría haberme hecho algún elogio en algunas maniobras que me salieran tan bien!…
¡Que nada!, cuando me acercaba al malecón para dejar el barco en paz, ¡allá estaba él de nuevo, esperándo, amenazando y maldiciéndome con todas sus entrañas!…
¡No sabía que hacer!, ¡si atracase allí seguro que no escaparía vivo?!
Resolví volver para el muelle y atracar en las piedras, cerca del ?Hoyo?, para tentar la fuga por el murallón, antes que él llegase hasta allí.
Viento en popa, a toda vela, allá iba yo, directo para el muelle, cuando pude ver la cantidad de espectadores que tenía en toda la orilla de la Alameda, atentos a las escenas hilaras que se sucedían a cada virada de rumbo que le imprimía al barco con el tío corriendo y bramando, de un lado para otro sin parar…
Era un tipo achaparrado, bajito, con cara de pirata mal acabado y cabellos negros desgreñados de quien rompiera relaciones con el barbero hacía años?
¡Pero como corría el cabronazo!…
Para atracar el barco, con la autosuficiencia adquirida en mi curso relámpago, le di una guiñada al timón cuando estaba yendo de proa contra el muelle, atracando de lado, en cima de una piedra, cerca del ?Hoyo?, cuya punta más saliente de repente apareció dentro del casco, que enseguida pasó a hacer agua por allí?
¡Éramos pocos y parió la abuela?!
Al ver que ya estaba casi llegando el ?pegajoso? dueño, tuve que saltar para las piedras y correr en dirección a la punta del muelle, con el tío atrás de mí, sintiendo raspar dos o tres veces sus patadas en mis fondillos.
¡Hay que ver como corría el desgraciado!.
Por suerte, llegaba en aquel momento un camión que me salvó la vida…
Dando vueltas alrededor, corríamos de un lado para otro, sirviéndome el lento vehículo como escudo, a veces pasando por delante de él, sin que por eso hubiera reducido la marcha el conductor, que se habrá divertido bastante con las escenas pintorescas que asistía?
Preocupado con el barco suelto, encallado entre las piedras, viendo que con el camión parado no conseguiría alcanzarme más, me dio un descanso en cuanto se fue para amarrarlo.
El autobús municipal estaba parado en el Terminal y como conocía al chofer, le pedí para dejarme entrar para esconderme en la parte de atrás, lo que me consintió viendo mi cara asustada?
En minutos saldría el colectivo y estaría a salvo, pensaba acostado detrás del último banco, al lado de la puerta trasera.
Mal iniciara la ignición del motor, se plantó en la puerta delantera mi enfurecido cazador preguntando al conductor si me había visto entrar?
Antes de oír la respuesta, salté por la puerta trasera y de nuevo con el ?galgo? atrás, ¡creo que batimos el récord olímpico de los 500 metros con obstáculos, muelle abajo, aquel día!.
Y más una vez el camión me ayudó bastante, pues, cuando salía del muelle ya sin la carga, me permitió volver a practicar los ?caneos? que ya habíamos ?ensayado? un poco antes, durante la ida ?
Al cruzar la ?meta?, en la calle de la Marina, recuerdo que hubo una pequeña ovación por parte de los innúmeros espectadores que acompañaban ?de camarote?, todos los lances de la espectacular fuga, felicitándome al pasar. ¡Me sentí un campeón olímpico!.
Pero al mismo tiempo que veía muchas caras conocidas allí, imaginé que le sería fácil al pescador descubrir quién era mi padre…
Encontré Aurelio al pasar por jardín de Ravella que me confirmó la sospecha, pues acabara de ver aquel hombre, entrando en mi portal?
Cuando estaba llegando por la acera de mí casa venia de vuelta el tipo junto con mi padre.
¡Ya no había nada que hacer!
…Adiós bicicleta, cine a los domingos, vacaciones o cualquier otra diversión por un buen tiempo?, pues aún por encima de todo el perjuicio ¡la estábamos ?fanando?!…
Pero lo que más rabia me dio fue ver el cinismo de aquel infeliz, diciéndole a mi padre después de ser indemnizado por los reparos del barco, que me reprendiese bastante, ya que él jamás me habría tocado por ser apenas un niño?
¡¡Además de fea, que cara dura tenia!!.
Comentario por José Manuel Casalderrey (10-09-2009 14:57)
Soy Roseane M. Casalderrey (Ane para todos los amigos del blog).
Por el apellido ya veis que soy la mujer de José Manuel Casalderrey y, quise entrar en el Blog porque fue gracias a él que pude ver, finalmente, las historias que siempre me contaba J.Manuel escritas en capítulos que se encajan en las fotos do ?Faiado?.
Tanto la de muelle de hierro ? emblemático [1] , como esta del ?Hoyos? , la de los guardias que aparece en ?Dando a Nota? [2] , y la de comentario 13 en ?Eran otros Tempos?[1] (Creo en Dios Padre), eran unas de las preferidas por mi.
Pero se que aún hay muchas que el me cuenta y que vosotros ahora lo estáis incentivando a contarlas.
Estoy encantada y queriendo conocer especialmente a Margarita. Por su dedicación y simpatía que exhala en sus comentarios merece mi más sincera enhorabuena.
Espero en breve estar por esas tierras que ya tuve la alegría de conocer y encontrarme rodeada de ese ?agarimo? de los gallegos, que me hizo sentirme también una ?gallega?.
Sobre ese libro que Paco y Koki sugerirán y Margarita también lo apoya, ya le estoy puniendo un titulo sugestivo: ?AGARIMO? , pues esta palabra tiene también su historia con Aurelio?.! J.Manuel ya os contará ¡?..
Un abrazo a todos los amigos del ?Faiado?, de Ane.
Comentario por Roseane Marques Casalderrey (12-09-2009 16:34)
José Manuel cada vez se supera a si mismo en sus narraciones. Acabamos de leer esta mi mujer y yo y nos hemos “hartado de reir”.
Ane y José Manuel: venid pronto. Os esperamos.
Hoy se acordaba Koki de una comida en nuestra casa (Septiemnre 1995?) en la que yo no estaba pero habian venido Lolita Casalderrey, Ane y José Manuel.
Tiene un recuerdo fabuloso de aquel día.
Comentario por Paco Salgado (13-09-2009 15:21)
Claro que nos acordamos!.
Vamos a ver si en breve iremos hasta ahí, para disfrutar de ese cariño todo que siempre nos dais.
Acabé otra de Aurelio y yo hace unas horas, que estoy queriendo mandar ao Faiado en algún lugar que tenga una foto del campaario de la Iglesia de Vista Alegre en el blog, y no consigo encontrarla, pués se trata de nuestras andanzas como monaguillos de aquella iglesia y quedaria oportuno encajar la anécdota alli.
?Sabes si hay alguna así en el blog?
Abrazos y besos de Ane y mios a los dos.
Comentario por José Manuel Casalderrey (13-09-2009 17:01)
Luis, !Y quién no conocía a “Jaimito Mosquera”!…con el que también pasé grandes aventuras, la mayoría, como dices impublicables.
Era un tío que lo llevabamos siempre con nosotros porque tenía mucha grácia y nos divertíamos mucho con sus tiradas geniales…Una noche, cuando se había escapado del castigo en que le dejara su padre,(que creo era cojo y tenia un palo en una pierna), al llegar al portal de su casa, por vuelta de las 3 de la madrugada, me dice: “Mipadre va estar esperándome con el toco y me vá a dejar “tocado” así que entre por la puerta”…
Era así Jaime Mosquera…
Paco, voy entonces a aprovechar esa foto de la iglesia, ya que en ella aparece el “sobrepelliz” del monaguillo(!Por fin encontré la palabra en el diccionario al buscar el “roquete” que tu me indicaste!).
Así que, con la corrección oportuna que pude ahora hacer, estaré enviando la história de los hechos para la 1ªfoto “O recaudador de Santa Rita” del apartado “Primeiras Comunions” de la Galería de Fotos.
Gracias a Lolita también, que entró en cuanto estaba digitando esta respuesta, y, por lo que dices, voy mismo a seguir la sugestión de Paco.
Comentario por José Manuel Casalderrey (14-09-2009 00:38)
Hay que hacer un registro aquí a un gran amigo que frecuentaba el Hoyo, haciendo caza submarina, con los rudimentares arpones de aquella época.
Era Sesito,José García Pallicer(+), que , para protegerse del frío en dentro del agua, se vestía con un sueter de lana y salía buceando por aquellas águas frías, a veces durante más de una hora…
Solo de verlo ya nos daba frío…
Comentario por José Manuel Casalderrey (08-10-2009 19:32)
Deixa unha resposta