Categoría: TASCAS, ULTRAMARINOS, COMERCIOS,CENTROS DE TRABALL…


  • No Xesteira

    Amigos de reunion no Xesteira, diante, Farruco, Mouriño, Cochecho, Petelas, Salvador…


  • Derradeiros propietarios do Carballines

    El Hotel Carballinés.-

    EL ?Hotel Carballinés? era, también, Café y Restaurante y se anunciaba ?HOTEL CARBALLINÉS. Restaurante. Mariscos de todas clases. Magníficas habitaciones exteriores. José Antonio, 17. Villagarcía. Teléfono 50.?

    Sus propietarios fueron el matrimonio González Cabo que, en un principio, habían establecido una casa de comidas, denominada ?Bar Carballinés?, en la plazuela de San Roque, donde, luego, estuvieron el bar de Roberto, el comercio de ?Electrodomésticos Estévez?, posteriormente el Bar ?Gasolinera? y, actualmente el ?Café Bar Sabores?. Tuvieron cuatro hijas: Pilar, se casó con Wenceslao Oubiña; Francisca, ?Paquita?, se casó con Victoriano Sobrido; Maruja, contrajo matrimonio con Antonio Pena, ?Sabas?, y la otra, Aurora, continuó con el ?Hotel Carballinés? y se casó con don Emilio Lois Cerviño, profesor de matemáticas del Colegio León XIII.

    Fueron camareros de este café, Paco Salgado y Lareo.

    En el restaurante del hostal Carballinés probé por primera vez la ternera gallega. No era un entrecot de vaca madurada 40 días, nada de moderneces, se trataba simplemente de un bistec frito en sartén y acompañado de unas patatas fritas en su punto. Pero no lo he olvidado. No sé si por ser mi primer filete de ternera gallega o porque estaba entusiasmado ante mi primera visita a la que iba a ser mi ciudad para siempre. Lo cierto es que el filete de ternera del Carballinés se convirtió en una experiencia gastronómica iniciática, pero también en uno de los últimos bistecs que servía ese hospedaje tradicional de Vilagarcía, que echó el cierre al poco de servirme aquella sencilla y exquisita comida.

     

    El hostal Carballinés estaba en la calle Castelao esquina con Alejandro Cerecedo, más o menos donde ahora abre la cafetería Nata. Era una de las pocas alternativas que había en Vilagarcía para dormir a principios de los 80. El filete lo comí en septiembre del 81 y, al poco, ya no existía el Carballinés. No resultaba fácil hospedarse en aquella Perla de Arosa (sin la u) en la que no había hoteles de calidad, hasta el punto de que, tras casarme 15 días después del descubrimiento de la ternera gallega, nos hospedamos en otro hostal, que había reservado por parecerme de más categoría y prestaciones que el Carballinés. Se llamaba Cortegada, estaba en Valentín Viqueira, entre el Stocolmo 2.0 y El Trastero, y aún se puede ver en la puerta una inscripción grabada con ese nombre: Cortegada.

     

    La realidad fue que aquel hostal de lujo no tenía baño en la habitación y mi mujer debió de pensar que si de luna de miel íbamos a un hospedaje como aquel, los viajes del resto de nuestra vida iban a ser lo peor. La incomodidad de hacer cola para ducharnos influyó en la rapidez con la que alquilamos un piso en Os Duráns siendo víctimas de un timo: el edificio, llamado Trébol y situado en lo alto del barrio, no tenía cédula de habitabilidad, nos aseguraron que tenía gas ciudad, cuando ni tan siquiera podían traernos las bombonas de El Hogar por esa falta de cédula, no tenía vistas a la calle, sino a un patio interior, y la calefacción dejó de funcionar en cuanto llegó el invierno.

     

    No quiero provocar lástima ni hacer gracia con mis desgracias, sino recordar cómo era la realidad hotelera de Vilagarcía hace 40 años. En aquel entonces, yo creo que el mejor hostal, al menos el más aseado y correcto, era el Garabán, pero estaba un tanto escondido y no lo descubrimos hasta algún tiempo después, cuando fuimos a comer unos días de pensión y disfrutamos mucho con su cocina casera.

     

    Era tan dura la situación hotelera de Vilagarcía que en las dos primeras visitas de parientes, tíos nuestros en ambos casos, nos pidieron mudarse tras pasar la primera noche en los hostales que les habíamos reservado. El primero fue en un establecimiento de la zona de Sobradelo, que tenía tanta humedad que daba miedo. La segunda experiencia familiar fue aún peor. Unos tíos de mi mujer se alojaron en un hostal de la plaza de la Constitución con su hija pequeña y huyeron escandalizados al amanecer tras descubrir que aquello era una especie de meublé, al que acudían las chicas de una barra americana cercana con sus parejas de ocasión. Fue entonces cuando descubrí que aquella plaza se conocía popularmente no como de la Constitución, sino como de la Prostitución.

     

    Aún tuve que pasar por otra experiencia traumática cuando un pariente cogió una habitación en una pensión que quedaba por Rosalía de Castro y a los pocos días de volver a casa se quitó la vida. No digo yo que el alojamiento vilagarciano influyera en su suicidio, pero desde luego, por lo que nos contó, no debió de ayudarle mucho a apreciar los encantos de la vida.

     

    En los años 80, Vilagarcía era una ciudad para venir a comer al Loliña, al Pequeño Bar, al Chocolate… Pero no para quedarse a dormir. Por eso, cuando leí la noticia de que en lo alto de Catoira hay un hotel maravilloso llamado Terranam, que invita a dejar el móvil en una caja, ayuda a desconectar del mundo o a reconectar con lo mejor de la vida y es el “primer centro de retiros de bienestar que ha abierto sus puertas en la orilla sur de la ría de Arousa”, en palabras de la compañera de La Voz Rosa Estévez, me maravillé y lamenté no haber podido pasar en un lugar así mi luna de miel en vez de en una pensión con las sábanas húmedas y el cuarto de baño en el pasillo.

     

    En los 90, Vilagarcía vivió una explosión hotelera formidable. Llegaron el lujoso hotel Pazo O Rial, abrió el funcional hotel Castelao, donde podías quedar dignamente para entrevistar a personajes como cuando Jesús Puente vino a Vilagarcía con su programa «Lo que necesitas es amor». Después llegaron los hoteles de Carril con piscina y diseño: Playa de Compostela, Carril y agradables hospedajes como Derby, Vilagarcía o A Esmorga, al que llevan a los escritores que acuden a Vilagarcía a presentar libros. 40 años después, seguimos comiendo estupendamente, pero también podemos dormir dignamente.

    CRONICA de Jose Ramon Alonso en A Voz de Galicia 12-2-2023

    Este establecimiento fue, posteriormente, propiedad de Daniel Martínez, con el nombre de ?Hostal Caraballinés?. En el mes de Enero de 1983 sufrió un incendio; lo cuenta ?El Correo Gallego? en su edición del martes, día 4:

     

    Villagarcía: Totalmente destruido por un incendio el ?Hostal Carballinés?

    Villagarcía. (Delegación, por Angel Ramos)

     

    Villagarcía inició su andadura en el año nuevo con pena y tristeza al casi desaparecer, víctima de un incendio, el Hostal Carballinés, con todas sus dependencias hoteleras, cafetería-bar, restaurante y hotel.

    A las doce menos cuarto de la mañana del martes, día 1 de Enero de 1983, se localizó en una de las habitaciones del 2º piso un incendio, debido, al parecer, a un cortocircuito que pronto tomó grandes proporciones y que, pese la intervención de los bomberos de Pontevedra, equipo de extinción de Villagarcía, Policía Nacional y Municipal y vecinos, nada se pudo hace para salvarlo, puesto que las llamas destruyeron la casi totalidad el edificio.

    El primero en darse cuenta fue Agustín Pereira Fernández, ex-alcalde de Vilagarcía, propietario de la vivienda aneja al Hostal. Avisó urgentemente a las Policías Nacional y Municipal, así como al equipo de extinción de incendios local. Ante de llegar estos, y con extintores, la Policía Nacional, principalmente el cabo Barrio – que será propuesto para un felicitación oficial, por su valor – intentó sofocar el fuego con riesgo de su propia vida, sacando al exterior bombonas de butano y todo aquello que pudiera producir explosión. Estaba provisto el cabo Barrio de máscara antigás, pero el humo era tan denso y tan tóxico que en varias ocasiones tuvo que salir a una de las ventanas para tomar aire.

    Cuando llegó el equipo de extinción de Villagarcía – media hora después de iniciado el incendio -, se intentó el salvamento del inmueble, pero como el edificio era de construcción antigua, con pisos de madera y techos de barrotillo, el fuego se propagó a las demás habitaciones, de ahí que hubiese la necesidad de llamar con urgencia a los bomberos de Pontevedra, quienes llegaron a la una y cuarto, aproximadamente.

    Entre unos y otros se pudo sofocar el incendio sobre las dos y media de la tare, volviendo a propagarse a las tres y media, pero ya atajado por el equipo de Villagarcía, que quedó de retén y a la expectativa.

    Los daños son muy cuantiosos puesto que quedó destruida toda la segunda planta y totalmente deteriorado el resto de las dependencias del Hostal, ya de difícil restauración.

    Se pueden calcular en unos cinco millones las pérdidas del inmueble, entre decoración, muebles y material de hostelería, aparte del claro deterioro de todo el edificio.

    Los propietarios, la familia Martínez, se encontraban en aquellos momentos en Noya, ya que el primero de año no abrió el Hostal por descanso del personal. El Hostal estaba regentado por Rosy Martínez.

    No hubo que lamentar desgracias personales al encontrarse el Hostal totalmente vacío desde las diez de la mañana del mismo día, momento en que la familia aprovechó par trasladarse Noya, pero, a pesar de todo, el cabo Barrio de la Policía Nacional y el convecino Agustín Pereira recorrieron todas las habitaciones del Hostal gritando por si quedase alguna persona hospedada.

     

    Comentario por Daniel Garrido Castromán (08-05-2011 13:32)


  • O PIM-CLUB

    No ano 77 eu aínda non coñecía o Pim Club, andaba a comer pipas das de Waldina no adro da igrexa de Carril.  Foi un ano despois, cando Churri me aprendeu a fumar (traspasoume un vicio No ano 77 eu aínda non coñecía o Pim Club, andaba a comer pipas das de Waldina no adro da que ela abandonou cedo) e cando escapei do influxo do colexio de monxas, cando me atrevín a entrar naquel local, considerado polos adultos coma un antro de perdición e pola rapazada coma un lugar de diversión e de ligue.

     

    Era un espazo inocente e, aínda que alguén fumara algún porro alí, non tiña nada de perigoso, sobre todo si o comparamos cos estándares actuais. Si o penso, o localiño non che tiña moita cousa, un corredor onde había unhas maquiniñas de pinball;  nunha sala anexa, á que se accedía por unhas pequenas escaleiras, onde había dúas mesas de pimpón ateigadas de xente agardando quenda para xogar.

     

    Ás veces penso que había tamén mesas de billar, pero de certo non o sei, talvez a miña memoria xoga e mestura aqueles tempos coas películas americanas, onde sempre había xente xogando ao chapulín.

     

    A miña lembranza recende a rebumbio, a tabaco prohibido, a secretos e olladas de adolescencia barulleira. Pero sobre todo ten son, porque eu namoreime no Pim Club dunha máquina de discos na que escollías unha canción por unha moeda cativa.

     

    Ao Pim Club aínda vou de cando en vez, na miña memoria, cando escoito a aquela escolla recorrente que facía eu na “jukebox” cativa, unha canción de Lennon que se chama Just like starting over…outra xente escoitará o Hotel California.

    Andrea F. Maneiro

    Fotografia  restaurada por Andrea Fernandez Maneiro

    O texto tamen é de Andrea


  • Cafeteria Alaska

    Na rua Doctor Touron, donde uns metros mais para adiante atopase o espacio que ocupaba o Bar Avenida, moi frecuentado nos anos cincuenta e sesenta nas tardes de futbol.


  • 19 de Outubro do 2024, sabado

    Subidas na Vilagarcia de Onte, é O Carril.

    En portada, a rua Padre Feijoo, a esquerda o edificio en que un dos seus pisos estaba situada a consulta do dentista Luis Carus. Tamen a Telefonica, nos baixos o comercio de Braulio Alcalde e a de Julian Lumeras, referencia en paraguas. A dereita na foto, o edificio donde estaba a boa tienda de Segundo Abalo con aquel escaparate tan llamativo, a farmacia e residencia da familia Pomares, e a casa de Abalo, no baixo Fruteria La Valenciana.

    Todo este grupo de edificacions botouse abaixo pra edificar O LARA.

    Pois nada, feliz fin de seman, bos dias


  • Manolo o da Celta

    Fillo de Severino creador da Libreria Celta, Manolo tamen foi socio fundador da empresa Gaseosas A Nosa, na fotografia ca sua dona, nun xantar de voda


  • Familia Gonzalez Rollan

    Na imaxen somentes estan os fillos varons, faltan as mulleres, Milagros e Magdalena. Familia Gonzalez Rollan, propietarios da Imprenta Celta.


  • Familia apegada a musica

    Familia Casas, con varios fillos, entre eles o noso amigo e colaborador do Faiado Jose Luis Casas, seu Pai na fotografia, foi un integrante da nosa BANDA DE MUSICA. o fillo, formou parte de varios grupos musicais. Familia con altos valores no mundo da musica. A Mamá, tamen na imaxen, xestionaba unha tienda na rua Edelmiro Trillo


  • Transformando A Lomba

    Construindose edificios como as torres propiedade da Caixa de Aforros, logo chegaron outros edificios que loxicamente serviron para millorar o problema da vivenda.

    Na imaxen Tucho, traballador de Telegrafos, co seu uniforme.


  • Ca familia

    Alejandro tiña a sua peluqueria no barrio do Castro, dous metros adiante de donde vivia a sua irman, casada con Rivas Briones, tallista e pintor recoñecido, na imaxen terceira pola esquerda, ao seu caron a outra irman Chicha, casada con Candido Garcia, que vivian en Santa Lucia.

    Na cabeceira da mesa, a nena que fai a comunion acompañada dos seus pais.