El urbanismo de Vilagarcía posterior al alcalde Rey Daviña no ha sido piadoso con la huella dejada por la historia.En su afán de desarrollo, no ha dudado en proceder al derribo de casas que habían definido la faz de la progresión de la burguesía vilagarciana vinculada al mar de los siglos XIX y XX. Por eso pienso que no es vano narrar el acontecimiento de alguna que permanece y que, como otras de las desaparecidas, fue costeada con el capital obtenido en el ejercicio del comercio marítimo. Tal es el caso de una de las mas antiguas,la que ocupa el nº 3 de la calle de Edelmiro Trillo.
Roque García Señorans mandó levantar esta casa en la década de 1840 y en ella habitó hasta su muerte el año 1873. Con la fachada de poniente a la entonces llamada calle de La Iglesia y la de naciente a la Plaza del Mercado (hoy de La Independencia), mandó construirla con techos altos, para que desde el balcón corrido de su segundo piso su mirada sobrevolase los tejados que lo separaban del mar y así alcanzar a ver la navegación de los bergantines que armaba.
Carrileño, se asentó en Vilagarcía y dedicó su actividad mercantil al comercio marítimo de cabotaje: normalmente armaba naves con mercancías destinadas a los puertos de Cádiz, Sevilla y Málaga y, de retorno, a falta de otros cargamentos, ordenaba la ruta hasta Torrevieja, para el acopio de sal en sus salinas, género codiciado por los industriales catalanes del salazón que se habían instalado en Galicia.
Como era uso en la época, sus éxitos empresariales le arrastraron a interesarse en la vida municipal. Su ideología liberal la llevó al extremo de, siendo concejal y depositario de los fondos municipales, integrarse en abril de 1846 en calidad de vicepresidente en una Junta Local Progresista de apoyo a un pronunciamiento militar en favor de la libertad que se había producido en Lugo contra el gobierno reaccionario del general Narváez. Vencido el levantamiento y fusilados sus dirigentes –el coronel Solís y once oficiales más, los conocidos en la historiografía gallega como “los mártires de Carral”, por el lugar en que Solís fue ejecutado–, los vilagarcianos comprometidos pusieron pies en polvorosa. Señorans con dirección a Londres, donde permaneció en un exilio inferior al año, puesto que en abril de 1847 ya estaba de vuelta y plenamente reincorporado a su vida mercantil y ciudadana.
Joaquina, su hija mayor, que heredaría la casa, se había casado con el descendiente de una conocida familia santiaguesa, cuyo era Eduardo Trillo Salelles, que en línea paterna era nieto de un Alcalde Mayor y Justicia Ordinaria de Santiago y por abuelo materno tenía a quien había sido Presidente de la Real Audiencia de Galicia y posterior Regente de la Real Chancillería de Granada.
Eduardo, también jurista, como sus abuelos y de sólido pensamiento político liberal, el primero de octubre de 1868 salió de la casa nº 3 de la calle de La Iglesia en dirección al Ayuntamiento, para acometer uno de las mas espectaculares acciones políticas acontecidas en Vilagarcía en el siglo XIX. Con ocasión de la Gloriosa Revolución que puso en la frontera a Isabel II, en Vilagarcía se había constituido el día anterior una Junta Revolucionaria presidida por el Comandante Militar de la Provincia Marítima y por otras cinco personas, en su mayoría conocidamente conservadoras, a todas las cuales había tomado presos un movimiento popular que había invadido la Casa Consitorial. Eduardo se dirigió al salón de sesiones, donde estaban los detenidos y una vez conseguido que cesase todo alboroto, propuso y obtuvo que, por sufragio de todos los concurrentes, se procediese al nombramiento de una nueva Junta, de la que fue nombrado Presidente el propio Eduardo y Secretario Ramón del Valle, padre de Valle-Inclán y cuyas primeras decisiones fueron las de poner en libertad a los detenidos, relevar de su cargo al Comandante Militar de Marina, sustituyéndolo en el mando por su Segundo y dirigir una proclama al pueblo.
Dos días después, el 3 de octubre, Trillo Salelles escribe una carta a su estimado amigo Manuel Murguía, marido de Rosalía de Castro y personaje esencial en el galleguismo decimonónico, en la que le expresa su satisfacción por el hecho de que sea el Secretario de la Junta constituida en Santiago y, en cuanto a Vilagarcía, le comenta que “en este pueblo hemos tenido tiros y no pequeños disgustos tras los cuales se constituyó una junta por sufragio del pueblo”.
Al fallecer en el año 1886, Eduardo ostentaba la condición de magistrado de la Audiencia Territorial de A Coruña. También magistrado, como su padre, Edelmiro Trillo García Señoráns se alojaba en la casa cuando estaba en Vilagarcía, en ella murió en junio de 1930 y con su nombre se había bautizado la vieja calle de La Iglesia en el año 1921, en el que el Ayuntamiento así lo había acordado en coincidencia con su nombramiento como magistrado de la Sala Primera del Tribunal Supremo, en atención a la relevancia pública de su personalidad.
Edelmiro era portador de una importantísima ejecutoria profesional. Además de su espléndido quehacer en el oficio judicial, fue, entre otros desempeños, autor de trascendentales proyectos legislativos, miembro de la Sección de Derecho Mercantil de la Comisión General de Codificación y coautor, con Balbino Montero Ríos, de la introducción en España de la Jurisdicción de Menores. Su entierro produjo en la casa una concentración de todos quienes eran alguien en el mundo del Derecho y de la Justicia en Galicia y tuvo que demorarse un día, a la espera de la llegada desde Madrid de su íntimo amigo, el senador Eduardo Lopez de Sa, Marqués de San Eduardo. Entre los porteadores de su féretro, Fermín Bouza-Brey Trillo, que con el tiempo sería afamado historiador y escritor galleguista, hijo de un primo segundo de Edelmiro, y Cándido Conde Pumpido, abuelo del actual Presidente del Tribunal Constitucional, entonces ambos jóvenes jueces, Fermín de A Estrada, Cándido de Caldas de Reis.
Accidentalmente, en el año 1916, nació en la casa la poeta en lengua gallega Xaquina Trillo Sánchez. Su madre, Pilar Sánchez Milá,casada con el farmacéutico Laureano Trillo Garcia Señorans, hermano de Edelmiro, se encontraba allí de visita y le sobrevino el parto. La casa pertenece hoy a la misma familia, en quinta generación: su actual propietario es tataranieto de Roque García Señorans y biznieto de Eduardo Trillo Salelles.
Na imaxen Eduardo Trillo Salelles, fillo politico de Roque Garcia Señorans, primeiro dos propietarios do inmueble do que se está a escribir