
La capilla alberga la exposición sobre los pobladores de la isla y el Parque Nacional aspira a consolidar las casas
Habitantes de la isla de Cortegada, en una fotografía icónica sobre la historia humana de la isla. / CEDIDA POR O FAIADO DA MEMORIA
Anxo Martínez periodista de FARO DE VIGO AROUSA
Vilagarcía08 JUN 2025
Cortegada es, para la mayoría de las personas que la visitan, una joya paisajística y medioambiental, un oasis de belleza y paz. Pero para muchos otros, esta isla es algo más que eso: es el recuerdo de un hogar arrebatado, de una herida mal curada… En la memoria de esas personas, se conservan además imágenes e historias de una Cortegada que ya no existe y que muchos hoy ni siquiera imaginarían. Porque hubo un tiempo en el que en la isla no todo era bosque, sino que había grandes fincas de maíz, patatas y cebollas; las «bucetas» permanecían amarradas en la playa; y los niños correteaban entre las casas o se asomaban a la isla de Malveiras para ver salir del agua al «urco», un extraño animal marino semejante a un cerdo con el que los padres asustaban a sus hijos para que estos no se acercasen demasiado al agua mientras ellos trabajaban.
En 2016, O Faiado da Memoria grabó un documental con los testimonios de varios descendientes de los antiguos pobladores de la isla, «Ecos de Cortegada», y realizó una exposición fotográfica sobre aquellas gentes. La muestra permaneció un mes en el salón de plenos de Vilagarcía, y después inició un largo periplo de la mano del Parque Nacional das Illas Atlánticas, que la tuvo en su sede de Vigo y la llevó a las Cíes, a Ons, a Gijón o Segovia… Desde hace unos días está de vuelta en casa, en la capilla de Nosa Señora dos Milagres.
Vista general de la aldea, en la que había una veintena de casas.
Vista general de la aldea, en la que había una veintena de casas. / CEDIDA O FAIADO DA MEMORIA
Margarita Teijeiro, de O Faiado da Memoria, y nieta de «Pepa Ramos», que nació y vivió en Cortegada, considera que Vilagarcía tiene una deuda pendiente con los pobladores de la isla carrilexa, que abandonaron sus hogares a disgusto entre 1907 y 1908. Muchos de ellos -si no todos- querían quedarse, pero unos años antes una comisión integrada por las fuerzas vivas del momento había concebido la idea de regalar la isla al rey Alfonso XIII, para que construyese en ella su residencia de verano.
Vieja postal del embarcadero, con las “bucetas” amarradas a tierra. / CEDIDA POR O FAIADO DA MEMORIA
La prensa y la mayor parte de la sociedad vilagarciana, cegados por las promesas de riqueza y progreso que, según la comisión, acarrearía la construcción de la residencia real en Cortegada, insistieron hasta la saciedad a los aldeanos para que vendiesen sus propiedades y dejasen libre la isla. Viéndose solos, rendidos, terminaron cediendo. «Con la gente de Cortegada se cometió una injusticia terrible… Lo que más siento es lo desvalidos que se vieron. A esa gente la echaron de sus casas para regalarle la isla al rey», afirma Margarita Teijeiro.
Los extensos y ricos campos de Cortegada.
Los extensos y ricos campos de Cortegada. / CEDIDA POR O FAIADO DA MEMORIA
O Faiado da Memoria, con la colaboración de la empresa Corticata, organizó hace una semana un viaje a la isla, en el que participaron casi 200 personas. La asociación pretendía de este modo mostrar a sus amigos y colaboradores su exposición sobre la historia humana de Cortegada, al tiempo que veían también restaurada la capilla y aprovechaban para dar un paseo guiado. El acto sirvió también para que Margarita Teijeiro y Antonio Caeiro abordasen en persona con el director del Parque Nacional das Illas Atlánticas, José Antonio Fernández Bouzas, su deseo de honrar la biografía humana y social de la isla .
Bouzas les adelantó que la exposición ya se quedará en Cortegada, si bien en un nuevo formato e insertada en una muestra más amplia sobre la isla, en la que también se aborden los aspectos medioambientales. También se habló de colocar una placa conmemorativa con los nombres de los aldeanos, si bien el Parque Nacional es partidario de actuar como en Sálvora, donde se instalaron pequeños letreros en cada una de las casas, en los que se identifica a las familias que residieron en cada una de ellas. Bouzas confirmó también que se está haciendo un ensayo sobre la consolidación de los muros de las casas de la aldea mediante técnicas constructivas tradicionales, con vistas a una futura obra para asegurar las ruinas y permitir visitas a la aldea.