VÍCTOR VIANA – VILAGARCÍA A pesar de la nula actividad migratoria, la población estaba tranquila a la espera de la terminación de la contienda, ya que todos los estudiosos bélicos decían que sería de corta duración. Sin embargo, una noticia de Madrid puso en alerta a todo el mundo: nada menos que se comentaba que el Consejo Superior de la Emigración había decidido suprimir una serie de los llamados “puertos auxiliares habilitados para embarque de emigrantes”, y entre ellos se encontraba el de Vilagarcía de Arousa.
La prensa abanderó la resistencia, y el 8 de diciembre de 1914 hacía el siguiente comentario sobre el tema: “Las personas más directamente interesadas en la suerte que puede correr nuestro puerto respecto al asunto de que se trata, se pusieron en movimiento para averiguar lo que había en ello de rumor”, y se averiguó que efectivamente el Consejo Superior de Emigración se proponía eliminar el puerto de Vilagarcía para la emigración hacia América.
Por ello, se reunieron en la Casa Consistorial representantes de la política, de la economía, sindicatos, asociaciones culturales, etc. acordando en principio enviar telegramas en contra de tal decisión, al presidente del Consejo de Ministros, presidente del Congreso de Diputados, presidente del Consejo Superior de Emigración, conde Romanones, marqués de Alhucemas y al diputado Pedro Seoane, con el siguiente texto:
“Los que suscriben, representantes oficiales, asociaciones, entidades representan industria y comercio, trabajadores de localidad, enterados con la consiguiente alarma de que la Sección Primera del Consejo Superior de Emigración propone suprimir la autorización que tiene el puerto de Vilagarcía para embarcar emigrantes, suplican oponga toda su valiosa experiencia para evitar que prospere dicha propuesta, que asestaría un terrible golpe a los intereses económicos comarca y muy principalmente la vida de este puerto que con motivo de obra próxima a inaugurarse comienza nueva era de progreso”. Remesas de emigrantes que por aquí embarcan suponen también respetables ingresos para la Hacienda, muy superiores a los gastos que ocasiona la habilitación que pretende suprimirlo”.
Dichos telegramas los firmaron el alcalde Valentín Viqueira, el presidente de la Cámara de Comercio Teodoro González, director de Galicia Nueva José Benito Fernández Peón, Federación Agraria de Cambados y Caldas, presidente de la Sociedad Cooperativa de Labradores de Vilagarcia José Dorgambide, Sociedad de Marineros y Labradores de Vilaxoán, Federación de Trabajadores de Vilagarcía Manuel Pose, Consignatarias, Sociedades Recreativas, etcétera.
Poco después son los bancos asentados en el municipio, Hijos de Simeón García, Olimpio Pérez, Hijos de Francisco Deza y sucursal del Banco de Vigo, los que escriben igualmente al jefe del gobierno, comunicándole por telégrafo que “conocedores perjuicios económicos intereses localidad suprimir habilitación puerto embarque emigrantes unimos nuestro ruego a los ya elevados a V.E. para que teniendo en consideración trastornos miseria que experimentarían industrias establecidas amparo emigración, haga todo posible no prospere supresión”.
Según datos de la Aduana, de los 6.199 emigrantes del año 1913, se pasó a los 601 en 1916, y los 422 en el año 1918. También en las compañías de navegación se notó la guerra, y aunque en 1915 todavía funcionaba la Mala Real Inglesa, a partir de dicho año prácticamente la única compañía que hacía la travesía hacia América era la Trasatlántica Española, que con bandera de nación neutral tenía más posibilidades de no ser atacada por los submarinos.
Todo ello significaba que la mayoría de la vida económica y social de Vilagarcía dependía de la emigración: barcos, marineros, fondas, agentes migratorios más o menos legales, comercios, cambistas, bancos, compañías de seguros, tabernas, espectáculos, exportadores, prestamistas, gabarras, consulados, etc.
Si a ello unimos el dinero que dejaban los marinos de las escuadras inglesas, tendremos el cuadro completo de los que suponía para Vilagarcía la falta de emigración o lo que es lo mismo, el bajón de la economía del municipio y comarca.
Cuando finalmente terminó la guerra mundial, poco a poco, todo volvió al lugar que había ocupado anteriormente: los emigrantes cogieron de nuevo sus barcos en el puerto, la flota inglesa entró de nuevo en la ría y la economía retornó al nivel de los años anteriores a la conflagración. De cualquier modo, habría que esperar al año 1922 para que la tasa de emigrantes fuera parecida a los años anteriores a la Primera Guerra Mundial.
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